Desde la antigüedad es que la astrología ha tenido un lugar de mucha importancia para reyes, jerarcas, monarcas, guerreros, chamanes o curanderos que han transitado las grandes y antiguas civilizaciones que precedieron nuestra cultura. No era un conocimiento al que todos tuvieran acceso, pues era un instrumento con el que se guiaban los grandes avatares, reyes y chamanes, para saber cuándo eran tiempos propicios para llevar acabo determinada empresa. Incluso, ya en tiempos más venideros, muchos presidentes o monarcas del mundo también han acudido a la astrología con los mismos objetivos.

​

Lamentablemente cuando la Astrología llegó a ser parte del conocimiento popular se desvirtuó completamente como una ciencia de los astros, de lo arquetípico, cayendo, lamentablemente, en manos de la charlatanería. Y es que justamente se ha hecho fama de ser un instrumento predictivo sobre el futuro del ser humano y lamentablemente se ha menospreciado el gran potencial que hay en ella.

​

La astrología es sin duda una gran herramienta, poseedora de un inmenso potencial para que podamos comprender nuestra vida como seres humanos acá en este planeta, ayudándonos así a responder preguntas que de otro modo sería muy difícil hacerlo. La astrología nos muestra, en una representación cartográfica y simbólica, el interior de nuestra psique, o como diría la traducción de esta palabra griega al español, el interior de nuestra alma. Con este ímpetu es que se separa la astrología predictiva o también llamada astrología clásica, por un enfoque de crecimiento personal, queriéndonos acercar a conocer lo que no puede ser revelado por ninguna palabra; "El TAO que puede ser nombrado no es el verdadero TAO". Algo así como más cercano a la psicología humanista o el psicoanálisis junguiano.